Amarte a distancia me ha enseñado a tener paciencia, a esperarte cada tarde y a imaginarme en tus brazos los domingos por la noche.
Amarte a distancia es más adictivo de lo normal, quiero tenerte a mi lado siempre, quiero leerte sin parar.
Amarte a distancia me ha enseñado a entender la relación entre Theodore y Samantha. Me ha mostrado que Spike Jonze es simplemente un genio.
Amarte a distancia me ha puesto a escuchar Adele, Kany Garcia, Carla Morrison y hasta Melendi.
Amarte a distancia me ha roto un poco el corazón, en el buen sentido, me ha enseñado a ser libre pero a querer una vida contigo.
Amarte a distancia me hace odiar los husos horarios, me hace sumar y restar horas, me hace vivir buscando ofertas de vuelos para poder conjugarte en primera persona.
Amarte a distancia me ha hecho llorar con las canciones más cursis, cantarte por FaceTime e imaginarme viéndote a los ojos hasta que el sueño venga por mí.
Amarte a distancia es la sensación más agridulce que he saboreado, dulce cuando hablamos por horas y amargo cuando perdemos conexión.
Amarte a distancia me ha enseñado a compartir con la luna todas mis preocupaciones. Le cuento sobre ti, sobre mí y nuestro futuro incierto. Le cuento a ella porque sé que algún momento te verá y te susurrará todo al oído. Total, podemos estar muy lejos, pero la luna siempre será nuestra mensajera.
Amarte a distancia me ha enseñado que amar duele, duele bastante. Me ha enseñado que la distancia tiene un sabor parecido a la soledad, aquella que experimento cuando llego a casa y no estás ahí para hacerme sonreír.
Muchos pensarán que amarte a distancia es una debilidad, pero en nuestra relación la hemos convertido en una ventaja. Ya estoy loco por volverte a tener en mis brazos, loco por bailar contigo hasta caer tendidos en la cama.
No importa cuando leas esto, no importa si estamos en la misma habitación o a millas. Te amo, sin importar la distancia.
Do you want look here, estrellas, tonight, conmigo?
Atte. Ostwald Guillén
